En menos de 9 años la vida de los humanos ha cambiado demasiado. En 2020 una pandemia mundial nos pilló a todos por sorpresa. Ahora, en 2030 la vida de los robots ha avanzado a pasos agigantados y nada es como antes.
Pablo tiene 12 años y todas las mañanas se levanta a las 07:00. Sus papás le cuentan que cuando ellos eran niños iban a un sitio llamado 'instituto' en el que daban clase de lunes a viernes durante siete horas. Ahora, él recibe las clases en casa, ya que el robot Wenrray, que tiene forma de humano, acude todos los días a su domicilio y durante 4 horas diarias le explica todas las materias. Como si fuera un profesor particular.
Los jóvenes ya no tienen las típicas asignaturas que se tenían en 2020. Las matemáticas, educación física, química, etc, han quedado en el olvido. Las nuevas modalidades son psicología, contabilidad, lenguas del mundo y conocimiento de las TIC.
El problema de Pablo es que tiene muy pocos amigos porque no ha podido relacionarse con nadie más que algunos vecinos de su edad. Muy triste le pregunta a su mamá:
-¿Por qué yo no puedo ir al colegio como hacías tú de pequeña?
A lo que ella le responde:
-Cariño, las cosas han cambiado para siempre y solo los niños pobres van al colegio porque no tienen recursos para poder comprarse un robot que les de clase.
Pablo se queda muy pensativo y no acepta la idea de tener que pasar el día en casa y no tener amigos. Por tanto, decide juntarse con sus vecinos y planear una idea:
-¿Por qué no acudimos un día al instituto y jugamos con los chavales que haya allí?
-Me parece buena idea, Pablo. Así seremos más para jugar, responde su vecino Lucas.
Varios días después los cinco vecinos se ponen en marcha y se escapan al instituto. Los padres, que están trabajando, no saben nada de lo que está ocurriendo y los cinco robots se quedan en la puerta de casa esperando a que los niños abran.
Cuando llegan al instituto, observan que hay muy pocos niños allí. Intentan entrar, pero la directora les pide el DNI de estudiante, cosa que ellos no tienen. Por tanto se quedan en la calle. El resto de niños del centro se da cuenta de que han llegado chicos de su misma edad.
Al final consiguen colarse y reivindican que quieren dar clase en el instituto para socializarse y tener más amigos. Los padres de los niños se enteran de la noticia y comprenden que los jóvenes necesitan relacionarse físicamente y no a través de un robot. Porque al fin y al cabo, no es más que una máquina sin sentimientos.
Como consecuencia, varios institutos del país se unen y se manifiestan para lograr la educación en las aulas. Al final lo consiguen, pero con mucho menos horario que en 2020. Ahora los alumnos acudirán al instituto durante 4 horas diarias y darán asignaturas que realmente les valga la pena en el futuro.
Comentarios
Publicar un comentario